jueves, 11 de febrero de 2016

Obsolescenia Programada.


Es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
Se cree que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London proponía terminar con la Gran Depresión lucrándose a costa de la sociedad a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954. Sin pensarlo mucho, utilizó el término como título para su charla.

La obsolescencia programada es una estrategia comercial que consiste en la planificación del fin de la vida útil de un producto o servicio, de tal forma que tras un periodo de tiempo (calculado por el fabricante o por la empresa) se quede obsoleto o inservible.En definitiva, es una especie de artimaña mediante la cual hacen que un objeto tenga que sustituirse en cierto periodo determinado. Puede que suene un poco a paranoia, o a conspiración, pero no os miento si os digo que todos los sufrimos día a día.
Una variante de la obsolescencia programada es la obsolescencia percibida.Esta se produce cuando la maquinaria publicitaria saca todas sus armas para crear en el consumidor la necesidad de poseer el último modelo lanzado. La obsolescencia programada puede esconderse bajo un eslogan como” hacer la vida más fácil”, “adaptarse a los tiempos que corren”, etc. Aunque podamos seguir utilizando el “menos nuevo”, hacen que nos encaprichemos con otro más grande y bonito pero de similares funcionalidades.




VENTAJAS Y DESVENTAJAS.
Las estimaciones de obsolescencia programada pueden influir en las decisiones de una empresa sobre la ingeniería de producto. Por lo tanto, la empresa puede utilizar los componentes menos costosos que satisfagan las proyecciones de todo el ciclo de vida del producto.
Además, para las industrias, la obsolescencia programada estimula la demanda mediante el incentivo a los compradores para trabajar bajo presión y así comprar en un periodo anterior si todavía quieren un producto que funcione. Estos productos se pueden comprar al mismo fabricante (una pieza de recambio o un modelo nuevo), o a un competidor que también dependa de la obsolescencia programada. Especialmente en los países desarrollados (donde muchas industrias ya se enfrentan a un mercado saturado), esta técnica es a menudo necesaria para que los productores mantengan su nivel de ingresos.

También existe la posible reacción de los consumidores que se enteran de que el fabricante ha invertido dinero para hacer el producto obsoleto más rápido; estos consumidores podrían recurrir a un productor (si es que existe) que ofrece una alternativa más duradera. Mientras la obsolescencia programada es atractiva para los productores, también puede hacer un daño significativo a la sociedad en forma de externalidades negativas. Continuamente sustituyendo, en lugar de reparar los productos, estos crean más residuos y contaminación, explotan más recursos naturales y se traducen en un mayor gasto en el consumo.

DESECHOS Y CONTAMINACIÓN.

El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Por ello otros objetivos como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades.
La falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados que se vuelven obsoletos constituye un foco de contaminación. Es una consecuencia del sistema de producción y económico contemporáneo, que promueve el consumo creciente. Por ello, la sostenibilidad de este modelo a largo plazo es discutida.
Además, países en vías de desarrollo están siendo usados como vertedero de todos estos productos inservibles; lo que está generando una considerable contaminación y destrucción del paisaje en dichos países.


Mapas Mentales.







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